Perder peso con buenos hábitos de vida favorece tanto a nuestro organismo que no sólo nos hace sentirnos o vernos mejor sino que también reduce nuestro riesgo de desarrollar tumores cancerígenos, así lo ha comprobado un estudio del Centro de Investigación Oncológica Fred Hutchinson en Seattle.
Cuando una persona pierde peso baja los niveles de ciertas proteínas asociadas a la angiogénesis, proceso donde se forman los vasos sanguíneos para la cicatrización y otros procesos pero también también se trabaja en la transformación maligna del crecimiento tumoral.
Estos índices de angiogénesis disminuyeron considerablemente cuando las personas evaluadas por este estudio perdieron sobrepeso al acoplarse a hábitos saludables como el ejercicio pero sobre todo una dieta adecuada.
439 mujeres con sobrepeso u obesidad fueron el objeto de observación de estos investigadores, todas con un perfil similar: un estilo de vida sedentario, edades comprendidas entre los 50 y los 75 años, quienes ya habían superado la menopausia.
Se dividieron en cuatro grupos, uno debía llevar una dieta de 2000 calorías diarias, el segundo practicó una rutina de ejercicio de 45 minutos diarios, el tercero cumplió con la dieta y la rutina de ejercicio y el quinto que no se sometieron ni a dieta ni ejercicio.
Los resultados demostraron que solamente con ejercicio no se pierde peso rápidamente, sino que el grupo que bajó más de peso al menos un 10,8% de su masa corporal frente al 8,5% en el grupo que solo sostuvo una dieta y al un 2,4 de grasa perdida en las mujeres que solo hicieron ejercicio.
Pero más allá de la pérdida de peso, el importante hallazgo radica en que el grupo que perdió peso por hacer ejercicio y llevar una buena dieta, un estilo de vida sano, fue el único que logró bajar los niveles de estas proteínas asociadas al desarrollo del cáncer y lo hizo proporcionalmente, a medida que adelgazaban mayor cantidad de kilos.