El domingo 24 de Mayo Bob Dylan cumplió 79 años con un disco nuevo. Esa misma tarde a las 4:00 PM, en la ciudad de Carolina del Norte, EEUU, uno de sus fieles fanáticos: Jorge Spiteri (1951-2020), finalizaba su misión en este plano. La repentina aparición de un cáncer de páncreas lo golpeó a sus 69 años.
Cantante, compositor, multi-instrumentista, loco, soñador, amable, arriesgado y, como él decía: “imprudente”, inició su carrera desde temprana edad formando parte de agrupaciones como The Nasty Pillows, Fantastic Guasacaca, Los Memphis, The Juniors y Los Buitres. Un trayecto en el que sentó las bases de rock mestizo, liderando la escena latin music británica durante su paso por el Reino Unido.
El pasado 6 de marzo, junto con Los Charlys Orchestra, había editado el single “The Power Of Disco”, que salió en vinilo en Estados Unidos e Inglaterra; un adelanto de lo que estaban gestado como homenaje al dance de los 70 que se dio en Londres y que él conocía a la perfección.
Llegó a Londres siguiendo los pasos de su hermano Charles. Se ganaban la vida limpiando platos, pateaba las calles en busca de oportunidades. Ahí se encontró con una escena a la que se fue acostumbrando, realizando audiciones, como la que hizo para Supertramp, conociendo a músicos como Steve Winwood (Traffic), Alan Price (The Animals) y Bob Marley. El bagaje musical entre el rock, soul, funk, boogaloo, folklore venezolano lo llevó a gestar la banda Spiteri con su hermano mayor, editando el homónimo y vanguardista álbum que al final se conoció como “La Culebra”.
Durante los 80s Jorge creó el tema “Amor” que tuvo éxito internacional y años después fue grabado por Los Amigos Invisibles, aquella banda a la que años atrás le había dado la oportunidad de debutar en uno de sus conciertos. Esa canción le dio un nuevo impulso a su vida.
Jorge era modesto, un ser humano con la facilidad de conectar de inmediato con la gente. Se ocupaba en alentar a los demás para cumplir sus sueños. Inquieto, creativo, apasionado, lo suyo era vivir a través de la vibración sonora. Conversar con él significaba una larga tertulia con historias paralelas que se iban entrelazando, anécdotas increíbles, esas que vive un rockstar, la de un tipo afortunado que se encuentra en el lugar preciso para experimentarlas.
A mediados de 2014, junto con el periodista y escritor Gerardo Guarache, iniciamos una serie de entrevistas a Jorge Spiteri para darle vida a un libro-documental que quedó en stand by. Revisando estos “lost tapes”, poco más de ocho horas de material, aparece una parte de esta conversación con una leyenda del rock venezolano. Nos reuníamos en su apartamento, hurgábamos en cintas de video, fotografías, anécdotas, grabaciones que no habían visto la luz. Boogaloo, dance, funk, soul, sesiones en directo, cantidad importante de material ávido de ser descubierto, publicado.
Al poco tiempo de estas sesiones recibió la noticia de sería homenajeado con el Latin UK Awards (Luka) por su trayectoria como pionero de la música latina en Gran Bretaña. Volvería al barrio londinense de Camden para encontrarse con colegas y celebridades con las que compartió épocas doradas.
Jorge recibió una llamada desde Miami, vía skype. Su amigo le decía: “Tengo a alguien acá que desea conocerte. La voz paralizó a Jorge. Se trataba de José Feliciano, quien profesaba elogios por la carrera musical de Spiteri, así como su interés por grabar juntos.
¿Te acuerdas cuál fue el instrumento que dijiste que era tuyo, que compraste primero?
Mi guitarra. Me la compró papá. Yo vivía en La Campiña y habían varios músicos que tocaban ranchera mexicana, que a mi me gustaba mucho. Cantaba canciones de Pedro Infante y Jorge Negrete… Después trabajé con el productor musical de Jorge Negrete y Pedro Infante. He tenido logros en la vida que parecen mentira. A mi también me parecen mentira. Por lo menos tengo la prueba de que me llamó José Feliciano. La tienen grabada ahí.
Es muy conocido tu fanatismo por The Beatles pero ¿Hay algún otro artista que hayas visto en vivo que también haya cambiado tu forma de percibir la música?
Tenía 17 años. Mi hermano me dijo que me vistiera bien y que fuera esa noche a donde él tocaba, en el Hipocampo. Tocó Aretha Franklin. Eso cambió mi vida. Yo siempre me consideré bajista y, la banda estaba dirigida por un bajista que tenía un bajo larguísimo que lo pegaba del piso. Aretha tenía tres coristas, tres negritas, tocaba muchísimo piano. Arrancó cantando y se sentó en el piano y cantó “Dr. Feelgood” y un poco de vainas, un piano bluesy que era impresionante. Eso me impresionó mucho. Era la primera vez que oía una cantante de soul de frente y eso me impactó muchísimo.
Viviste una época donde las drogas éran muy comunes ¿Qué hizo que no cayeras en eso?
Éramos tres hermanos. Mi papá vivía en Bogotá y mi mamá vivía aquí (Caracas) sola. Ella se sentaba a hablar con nosotros. Me acuerdo que me decía: “Jorge, por favor, no sigas fumando cocaína y no tomes pastillas de Marihuana”. Ella tenía todo mezclado. No sabía qué era lo que era. Yo le decía: “Mamá, lo único que fumo son cigarrillos. Fumaba cigarrillos negros, que había en esa época. Decía que yo era muy menor para estar fumando que seguro me estaba drogando. Y yo le decía “no mamá, yo no me drogo”. Y de verdad había como una conciencia en casa de que no debíamos ni beber ni meternos drogas, teníamos como un feeling de que por ahí no era el camino. Aunque no puedo decir que no probé la marihuana, la probé tres veces. Dicen que la primera es la que pruebas y la segunda y tercera la disfrutas, yo tuve la suerte de que no me hizo nada. O estaba tan nervioso que no permití que me hiciera algún efecto. Yo no sentí el efecto. Me decían que iba a ser mejor músico, ese era el truco que decían tus compañeros de la misma edad. “Cuando te metas la marihuana vas a oír la música y podrás componer mejor” y yo los veía a ellos en una nota y yo decía “yo no me siento ninguna nota, me siento como un pendejo aquí alrededor de estos carajos”.
¿Por qué deciden, tu hermano Charles y tu, irse a Londres y no Estados Unidos?
Porque estaba loco. Nosotros éramos americanos y teníamos pasaporte americano. Podíamos haber ido a Estados Unidos.
¿Te acuerdas de tu primer intento de hacer música en Londres? Un show o algo por el estilo.
Me acuerdo caminando por Kensington que era como Altamira, muy bonito, caminando en una nota sin meterme nada, de una gran felicidad. Se para un taxi de esos negros y se bajan tres venezolanos de esos que eran amigos de nosotros. Me dijeron que me montara, así como un secuestro. Me montan en el carro y me dijeron “te traemos un flux, póntelo”. En el carro, me vistieron atrás y me dieron mi guitarra. “Te tenemos un trabajo. Charles dice que tú eres atrevido y capaz de cantar lo que sea”. Me fui con mi guitarra y canté. Había que sentarse en un taburete alto y cantar a ring pelao, gritándole. Les canté “Barlovento”, “Moliendo café”, “The Fool on the hill”, I wanna to hold your hand”, blues de Jeff Beck. Era un bar de alemanes con cerveza. Entonces les canté vainas alemanas sin saber lo que decía. Un himno alemán para la cerveza y decía vainas en Español. Les decía groserías y aplaudían. Fue mi primera experiencia
Llegaste como guitarrista y luego en el transcurso de los años tocas bajo, piano…
Sí. Bueno, mi instrumento donde yo hice mucho feature y sesiones fue el bajo. Fui reconocido como bajista por bajistas allá. Tuve una experiencia muy bonita, estaba tocando en el Speak Easy, un sitio con una tarima alta y se acerca un bajista que admiraba mucho: Alan Spenner, quien tocó con Joe Cocker en la película Woodstock, vino con otro bajista y se pararon frente. Me estaba viendo y hablaba con el otro. Yo dije “coño, ¿será que no les gusta? ¿Se me habrá desafinado el bajo?” Estaba nerviosísimo, sudaba. Termino mi cosa y me meto para atrás todo cortado. “Ese es Alan Spanner, seguramente dijo que toco una mierda”. Veo que el tipo se acerca, me da una cerveza y dice: “Hello! Welcome to the Bass players club”… me estaban vacilando para decirme que me aceptaban. Fue un momento súper especial.
Se habló mucho de que eras como la respuesta Santana en Inglaterra ¿Alguna vez lo conociste?
Sí. Cuando nos presentaron no le dijeron que yo era el que estaba haciendo la cosa allá. En cambio, a sus músicos sí: Raúl Rekow (conguero) y el timbalero Orestes Vilató, con quienes tuve Jams, en el Hilton Hotel en Londres. El dueño del restaurant había invitado a los músicos de Santana, también estaba Armando Peraza (percusionista. Te juro que me era difícil tocar con ellos porque hacían unos ritmos y unos cortes, una manera que sentía que era difícil. Fluía, pero tenía que estar súper estricto para que no me sacaran del ritmo.
¿Cómo fue tu encuentro con la salsa y el boogaloo?
Cuando yo iba a ver a mi hermano en el Hipocampo y no podía entrar, me paraba afuera y veía los grupos de salsa. Estaba Los Discotecos donde tocaba el baterista de Los Melódicos: Chuchito. Uno oía la música que estaban tocando esos tipos y no entendía bien qué estaba pasando, pero sabía que era muy bueno. Era de buenos músicos. Este baterista, que tocaba ahí por la noche, me tomó como cariño y empezó a hablarme. Me empezó a explicar lo de la clave 3/2 y de la clave 2/3 y después me explicó cómo se usa la conga. Todo lo que aprendí de lo latino fue con él y me llevé todo eso a Londres. Allá era como un conocedor. Eso me abrió muchas puertas.
Le doy muchas gracias a Jesús Chinchilla que me enseñó tanto. Cuando vivía en San Bernardino conocí a Ilan Chester, al frente ensayaban los hermanos Salisetti, ellos tenían un grupo de salsa. Ellos descubrieron que era un niñito que venía siempre con mi guitarra. Me pidieron que tocara con algo y cuando ví que todos los instrumentos tocaban lo mismo y que si yo me salía sonaba cruzado y mal, me hizo entender la disciplina de eso. Después tuvimos la suerte de que Renny Ottolinaa trajo a Joe Cuba y lo vi por televisión. Fue el cambio grandísimo, ahí empezó el spanglish por lo que me he hecho conocido. Eso empezó con Joe Cuba, Cheo Feliciano y Ray Barreto. Joe tenía un timbalero que se llamaba Jimmy Sabater, toda la vida lo quise conocer pero se murió. Era él quien cantaba muy bien en inglés y español y Willy Torres. Sabater tenía una voz muy baja y Torres una muy altísima, esa combinación era explosiva para mí… además, el piano y los bajo. “La Malanga Brava” o “El Pito”…esa vaina me impactó y en mi estadía en Londres exploté eso muchísimo, me hizo tener gran éxito. La influencia más grande para mi fue lo que hizo Joe Cuba.
Viviste cambios importantes en Londres. La llegada del Ska, estuviste en la mitad cuando llega el punk, y viste a The Clash, tu seguías en la onda Boogaloo ¿Cómo te veías en esas escenas?
Sin quererlo formé parte del movimiento punk. Ellos nos veían como los inmigrantes West Indian que la gente los asimiló como parte del ska, los tipos del punk lo asimilaron. Hacíamos muchos toques en sitios punk con mi banda, tocábamos: “Mi gente”, “Calle luna, calle sol”, “La malanga brava”. Los punketos iban a bailar su pogo y brincaban como si fuéramos punk. Estábamos asimilados. No quería formar parte de ese movimiento y lo hice de alguna manera.
Tu hermano y tú eran como una especie de nicho de llegada de venezolanos. De hecho, grandes músicos vivieron con ustedes allá…
El consulado, cuando venía algún venezolano que decía que era músico y estaba pelando, le decían que fueran a nuestra casa en la 49 Elson Road, lo llamaban el extraconsulado venezolano. Ahí llegó Yordano con un amigo con el que compartía un apartamento al norte de Londres, por donde vivía Jethro Tull. Hubo una huelga de correo, a él le llegaba dinero por correo de sus padres para estudiar allá y como no llegaba, perdió su apartamento. Nos lo encontramos en un concierto de Jack Bruce en el Marquee Club y me contó que tenía ese problema. Se quedó en la casa.
Ilan Chester, al llegar a Londres se quedó tanto en mi casa como en la de Charles. Colina se quedó en mi casa al llegar y tocó con nosotros. Lo pusimos a cantar y Charlie le consiguió un trabajo en la noche. Había una venezolaneidad muy bonita. Los que estábamos allá nos sentíamos muy venezolanos y sentíamos que cualquier venezolano que llegara necesitaba la ayuda que nos dieron a nosotros. Fue una cosa dada por Dios. Nosotros dábamos algo natural. Nunca sentimos que ayudábamos a la gente. Visto desde la distancia, sí ayudamos, pero fue natural. No había otra cosa qué hacer.
¿Volviste a pasar por esa casa?
Sí. Ahora es un consultorio de dentistas. La casa queda entre Holland Park y Shepherd’s Bush que son dos vecindarios increíbles. En el primero vivían los Bee Gees y Jimmy Page. En el segundo vivía The Who y quedaba la BBC donde se grababan todos esos programas. Pasé hace dos años, bajé y vi las puertas y las ventas, viví un momento muy especial, porque ahí, como era un sótano, tenía una ventana muy amplia, ahí teníamos congas, amplificadores, pianos, guitarritas, toda vaina. Teníamos hasta una batería de práctica para no hacer tanto ruido. La gente pasaba y cuando era algún músico, bajaba las escaleras y tocaba. Jammear era la vaina. Ahí llegó Gilberto Gil, con Charles. Mi hermano me dijo que era un brasilero que estudiaba con él y que quería ser músico. Casualidad que yo estaba poniendo “Roda” de Sergio Mendes y cuando la oyó la cantó. Fue increíble. Estaba muy adelantado. Estaba tocando bastante con Terry Reid, quien iba a ser el cantante original de Led Zeppelin.
A pesar de que dices que estabas separado de Venezuela, generabas noticias acá, o chismes, rumores, como por ejemplo el rumor de que alguno de ustedes perteneció a la banda de McCartney ¿Cómo llegaba eso al país?
Sí, porque venían algunas personas que conocíamos en 49 Elson Road. Después supimos que eran periodistas, pero no sabíamos.
¿Te sentiste muy venezolano en Londres y muy inglés en Venezuela?
Vine con el grupo Mañana: Disco Music, soul y Samba, la gente esperaba un grupo inglés. Cuando hablé con la gente de las disqueras, algunos estaban desilusionados de que el cantante fuera yo, un venezolano, y no un producto inglés.
SPITERI – La Culebra (Album)
Entrevista Jorge Spiteri – “Blackbird” feat Guillermo Carrasco