Con apenas 9 años ya jugaba contra chicos mucho mayores que ella y no tenía reparos en mostrar todo su repertorio de regates. Y hoy continúa con la tradición. “A veces les hago túneles… y se ponen bravos” dice entre risas María Cazorla a FIFA.com. Ahora tiene 14, juega contra chicas mayores en su equipo, contra hombres hechos y derechos y contra sus amigos en las calles de su humilde barrio de Puerto Cabello, en el norte de Venezuela… Y en su primer partido oficial con la selección sub-17 de Venezuela le marcó un gol a Alemania.
Por eso, a pesar de que el debut de las de Kenneth Zseremeta en la Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA Jordania 2016 se saldó con derrota (1-2), no hace falta mucho esfuerzo para sacarle una sonrisa. Y más aún cuando repasa cómo le ha cambiado la vida en el último año. Tras verla jugando con su club, la convocaron para la selección sub-15, pero su nombre llegó a oídos de Zseremeta. “Me vio y me dijo ‘vamos a probar’. Entonces jugué contra la sub-20 de nuestra selección y ya me quedé aquí”, aseguró Cazorla.
Menuda y algo tímida en la distancia corta, en la cancha su desparpajo le ha permitido hacerse un hueco como titular pese a su incorporación tardía, porque María juega con sus compañeras de la Vinotinto sub-17 desde hace apenas un mes. “Me incorporé a finales de agosto. Me llevo bien con todas, me enseñan y me apoyan mucho, me dicen que me porte bien”. Y sonríe.
Las calles de Puerto Cabello, una ‘cancha’ perfecta
Ante Alemania María no logró mostrar todo su repertorio regateador, pero la habilidad con la que se deshizo de su par para marcar tiene mucho de ese fútbol callejero en el que se formó y que sigue practicando en cuanto tiene ocasión. “Soy la única chica que juega por la calle, a las demás no les gusta”, reconoce. De hecho, al principio el fútbol la alejó de algunas amigas. “Me decían que por qué jugaba con hombres, que el fútbol no era para mujeres, pero yo les respondía ‘a mí me gusta. Es mi juego’”.
Y llegaron amigos nuevos. “Mike, Lorenzo, Eddie, José… tengo un montón. Los regates los aprendí jugando con ellos. Son como mi familia”. Y su sonrisa se ensancha. Sabe que sus amigos vieron el partido, como también sus abuelos y su tío, que cuidan de ella tras la muerte de sus padres… y que hasta están empezando a aficionarse al fútbol, aunque “no son futboleros”.
Cazorla sueña con ayudar a sus abuelos
Cuando está en casa, su vida transcurre entre el colegio de por la mañana y los entrenamientos y partidillos de la tarde, pero tiene clara su meta. “Cuando sea grande quiero irme a un equipo al extranjero para seguir con mi fútbol y ayudar a mis abuelos. Yo les dije que les iba a ayudar”.
De momento, María espera poder disfrutar junto a sus compañeras de la Vinotinto de esta experiencia y llegar lejos en el torneo. Tras la derrota con Alemania, sabe que los tres puntos ante Camerún, el otro equipo aún sin puntos en el Grupo B, se han vuelto vitales, pero se muestra confiada. “A Camerún no lo vemos tan fuerte y sé que podemos ganar”. Frente a las africanas la pequeña María volverá a encarar una y otra vez. Amagando, tirando caños, intentando desesperar a las rivales. Es sencillo, sólo tiene que imaginarse que está jugando en la calle con sus amigos.
Fuente: FIFA.com